Las metodologías ágiles se han hecho muy famosas en los últimos años, pero ¿qué son exactamente y cómo aplicar las metodologías ágiles de forma adecuada?
Empecemos por el principio, las metodologías ágiles son un conjunto de tareas y procedimientos para gestionar proyectos de cualquier tipo pero especialmente aquellos empresariales.
Surgieron en 2001 cuando los CEO de diferentes empresas de software de Utah (EE. UU.) se reunieron, pusieron en común los mejores procedimientos de cada compañía y crearon el “Manifiesto Agile”.
¿Qué ventajas tienen las metodologías ágiles y cuáles son las más utilizadas?
- Se enfocan en las personas: Las herramientas, los procesos y la productividad son importantes pero nunca más que las personas. Apostar por empleados motivados y entornos óptimos son fundamentales para mejorar los resultados.
- Responsabilidad y autonomía: Con estas metodologías la comunicación de los equipos fluye y todas las partes trabajan hacia el mismo objetivo.
- Adaptación: Gracias a las revisiones, los cambios no pillan al equipo desprevenido. Además, al tener siempre en mente la «deadline» todo es más sencillo.
- Priorizar: Con todo el equipo implicado, se evitan las jerarquías y se toman decisiones fácilmente, priorizando los objetivos.
- Feedbacks rápidos. Dar feedback de forma rápida y precisa, permite ahorrar tiempo y aumenta el nivel de satisfacción.
En muchas ocasiones “Ágile” es mucho más que una metodología, es una filosofía de organización en las empresas y aunque hay diferentes modelos y todas tienen que cumplir con el Manifiesto ágil, hay 3 que destacan por encima del resto:
- Scrum: Este método nació del rugby. Sí, del rugby. Consiste en trabajar con “sprints” que duran una semana. En cada revisión se mejora la fase anterior, ajustando al máximo los errores.
- Ágile Kanban: Su eficacia se basa en saber en qué momento está cada actividad, de forma que puedes priorizar y ver en qué estado están de forma fácil.
- Lean: Esta metodología trata de minimizar el desperdicio. La idea es ir validando cada aprendizaje de forma continua, así evitas trabajar en falso.
Lo mejor de todas estas metodologías, es que puedes ir combinándolas y viendo cuál se adapta mejor a tu compañía dependiendo del momento en el que te encuentres. Al fin y al cabo, el objetivo es tener los mejores resultados, evitar tareas vacías y no desperdiciar trabajo.
El mundo ha cambiado y la forma de trabajar también. En LOOM nos adaptamos hacia entornos de trabajo más ágiles y efectivos para emprendedores, startups y grandes corporaciones, creciendo como personas y como profesionales.
¿Quieres saber cuándo aplicar una metodología ágile y cuando no? No te pierdas esta entrevista con Ana Morcillo, Consultora de Innovación y especialista en Desarrollo de Talento.